jueves, 16 de diciembre de 2010

To Grinch or not to Grinch? That is the question.

La vida y otras cosas... con un twist de limón

¡Hello, hello! Ah... se acerca la fecha. Empieza el Guadalupe Reyes, inician las posadas, con ellas viene el tan mentado alcoholímetro 24 horas al día (en el Defecal), la ciudad se embellece con árboles gigantes decorados con esferas rojas y luces de colores, el Paseo de la Reforma se engalana vistiendo sus árboles con series de luces blancas que imitan el reflejo del hielo bajo la luz, el zócalo capitalino gasta nuestros impuestos en una pista de hielo Rockefeller Center-wannabe, eso sí, gratis y rezando que el tipo que usó los patines antes que tú no te pegue un chancro en los pies. Tienes a tu amigo secreto de la oficina rellenando la bota con tu nombre con regalitos o dulces hasta darte tu regalo del intercambio, todos los establecimientos y centros comerciales enamoran nuestros oídos con una inmensa selección de villancicos en inglés y en español, y cuando menos lo esperamos, llega el 24 de diciembre, hay que ponernos guapos porque iremos a cenar a casa de la familia, propia o política, y beberemos ponche con piquete, abriremos los regalos que posan relucientes bajo el árbol, niños y adultos juntos conviviendo como si tuviéramos la misma edad, cenaremos deliciosos romeritos, bacalao, pavo y demás delicias con receta de la abuela, nuestro aguinaldo (para los que tienen la bendición de recibir uno) alcanza para regalos y hasta sobra para prestarle al cuñado que acaba de perder su trabajo. Ay... las fiestas decembrinas, tan hermosa época... jajaja ¡¡¡NOT!!! 

Este blog está dedicado a todos aquellos Grinch, Scrooge, víctimas del Christmas blues (depresión navideña), a los que no tienen con quién celebrar las fiestas, a los que no quieren celebrarlas, a los que tienen malos recuerdos de ella o a los que simplemente la Navidad no es un acontecimiento feliz en sus vidas, al contrario, es peor que aguantar la peor cruda de la vida en las manos de un verdugo acomodando su frágil cuerpo dentro de un instrumento de tortura medieval. ¿Suena familiar? A mí sí.

Empezaré así: hola, me llamo Alejandra y soy una Grinch (todos los Grinch respondan al unísono, "hola Alejandra"). Sí que lo soy, con todas sus letras. En vez de ver todas las cosas positivas y románticas arriba mencionadas, yo no puedo evitar ver el consumismo a lo idiota, el tráfico, el aumento en robos y asaltos, el aguinaldo gastado en pendejadas en vez de pagar deudas o invertirlo en un plan futuro. Veo a gente mentándosela y enojándose porque "este año toca con mi familia". Veo el alza de precios hasta en cotonetes, como si produjéramos más cerilla en esta época. Me dan náuseas cada vez que escucho un villancico a donde quiera que vaya o al asomarme por la ventana y ver que el balcón del vecino, más que parecer navideño, parece burdel barato fronterizo con tanto foco rojo titilante como si dijera Girls, Girls, Girls en neón. Así es, la Navidad es repulsiva para mí, pero ¿por qué?

Yo creo que todo empezó al enterarme sobre la verdadera identidad de varios personajes navideños (que Santa no usa calzones, sus elfos son esclavizados, Rudolph es closetero y que Frosty the Snowman es pedófilo, y sabrán los dioses dónde ha metido esa nariz). Está bien, le bajo dos rayitas. Mis Navidades siempre fueron blah. Eran en mi casa, algunas veces iban mi abuela y bisabuela, y tan tan. Eso sí, me tomaba la sidra a escondidas hasta que agarré mi primera jarra a los seis años, obvio me quedé jetonsísima antes de la cena y mi madre siendo la nazi que era, decidió que mi "regalo de Navidad" fuera que no me despertaran y se comieran todo. Ojo, la cena de Navidad era lo que más me gustaba de la fiesta. Pasaron los años, se divorcian mis papás, mi mamá se vuelve Grinch y decide que en la casa no se vuelve a celebrar la Navidad y si quería celebrarla yo, que me fuera a casa de una amiga. ¡Bien hecho madre! Mandarme a celebrar algo familiar a otra casa de arrimada. Se sentía poca madre cuando era la única entre 20 personas que no recibía regalo. Historias tengo muchas para contar pero ya no tiene caso, están en el pasado, aunque no quiere decir que las haya olvidado. 


Hoy en día, al ser huérfana de madre (muerte corporal, o sea, normal) y huérfana de padre (muerte emocional, o sea, no pinta en mi vida), cada año recuerdo en esta época el que no tengo familia con quién celebrar, por muy disfuncional que sea. OK, puedo pasarla con algunos tíos o con la familia política de mi hermano, pero la neta no me late, prefiero pedirme una pizza y ver pelis. Yo quiero sentir el espíritu navideño que me fue arrebatado hace ya muchos años o no quiero nada.

Entonces la pregunta es, ¿qué hacer para sobrevivir estas fechas? No sé ustedes, pero empecemos a ver las cosas como son. ¿Qué están celebrando? ¿El nacimiento de Jesús (aunque sepamos que no nació en este día) o la reunión familiar? Por ahí podemos empezar a hacer un examen de conciencia y ver individualmente qué es lo que nos gusta y lo que no. En mi caso, yo no celebro ni el nacimiento de Jesús ni la parte familiar. En esta época, yo celebro Yule; el solsticio de invierno, que este año cae el 21 de diciembre (y habrá eclipse de luna, por cierto). Igual y decoro un árbol ARTIFICIAL porque se me hace un crimen y una masacre matar pinos para que terminen aventados en las banquetas. Le pondría esferas y frutas rojas para pedirle a la Naturaleza prosperidad para el año que viene. Ésa es la verdadera raíz de la decoración del árbol de Navidad, para los que no sabían. Estoy en sólo un intercambio y será muy padre porque sé que recibiré algo tan bueno como lo que yo daré. Hará frío, que en lo particular me encanta. Intento no salir y menos a centros comerciales a menos que sea indispensable y no habrá regalos más que 2 ó 3 máximo y que no pasen de $300, ¿por qué? Porque se me da la regalada gana y no pienso gastarme un dineral en cosas que igual y ni gustan o sólo por compromiso. Daré un detalle y por amor, como si fuera cualquier otro día. Claro que celebraré el 24 y claro que me la pasaré a toda madre, ¿por qué? Porque además de tener la gran ventaja de que la familia de mi novio es increíblemente amorosa y divertidísima, porque lo decido YO

Yo decido ser feliz, yo decido disfrutar ir a la Central a comprar toda la comida con mi novio y mi suegra, yo decido pasármela bien de aquí al 25 porque de nada me sirve estar de amargator. Sí, soy Grinch y a mucha honra, pero no confundan el que no les guste la fecha con estar deprimidos, tristes o amargados. Mi opinión es, busquen algo que les guste de esta época, lo que sea, todo se vale como pasar más tiempo con los amigos, irnos de pedos con ellos o lo que se les ocurra. Seamos Grinch, no tenemos por qué perder nuestra esencia, pero no tenemos por qué sufrir. Es tan sólo otra época más (luego veremos San Valentín y agárrense porque ésa sí es vomitiva).

Me despido dejando algo muy claro. Estoy cooperando y busco el lado positivo pero por piedad, NADA DE VILLANCICOS y menos de los niños españolitos que suenan como eunucos, castratis o más bien repinchis porque cantan tan feo que hacen aullar a perros. Tatiana o Yuri: entiendan, ¡suenan fatales! Y la letra de los Peces en el río... ¿de qué carajos se trata esa canción? ¿Peces tragándose toda el agua del río porque nació Jesús? ¿WTF? Yo creo que todavía no entiendo la metáfora o aún no he probado esas drogas. No quiero escucharlos, ¡punto! Está bien que esté cooperando e intente ser lo más tolerante, pero no soy masoquista.

Bendiciones

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ceder no es lo mismo que sacrificar

La vida y otras cosas... con un twist de limón
¡Hello! El tema del que quiero hablar hoy es sobre la diferencia entre ceder y sacrificar, que estoy segura que todos hemos confundido en algún momento de nuestras vidas. Empecemos por la  definición de ambas según la RAE. "Ceder (Del lat. cedĕre). Dar, transferir, traspasar a alguien una cosa, acción o derecho. Sacrificar (Del lat. sacrificāre). Renunciar a algo para conseguir otra cosa". Éstas son tan sólo una de las varias definiciones que ofrece pero el día de hoy me basaré en las palabras subrayadas. ¿Cuántas veces hemos sentido que estamos cediendo de más? Para mí, ceder de más significa sacrificar algo que para nosotros es de suma importancia; con la pareja, en el trabajo, con nuestra familia, etc. ¿Dónde entra la línea entre dar por complacer y ser felices con el resultado, y sacrificar algo que nos es importante? Ahí está el problema. Empezaré con las relaciones de pareja para echarle sal a la herida.


Se dice que una buena relación de pareja se vuelve duradera y es sana cuando hay comunicación. Dentro de dicha comunicación entra la negociación. Pero como buena negociación, ambas partes tienen que estar de acuerdo con el resultado de lo que se está negociando, entonces ¿por qué carajos a veces sentimos que estamos dando de más? Porque no estamos cediendo ni negociando, estamos sacrificando y eso no es sano. No sé ustedes, pero yo en relaciones anteriores sacrifiqué muchas cosas por darle gusto al señor o simplemente para no pelear, pero siempre llegaba el día en que una vocecita detrás de mi cabeza decía, "Ale, no estás feliz con esta decisión". Entonces empezamos con las insistencias, reproches y a sacar estupidez y media por la que peleamos un año atrás. Pongamos un ejemplo, el adoptar una mascota. Para mí siempre ha sido imperativo tener animales de compañía, ya que los considero parte de mi familia. ¿Qué sucede entonces cuando yo quiero un gato/perro/pez/hámster o lo que sea, y mi pareja no? Empieza la negociación y labor de convencimiento. "Ándale mi amor, vamos a adoptar a un gatito", y el galán dice: "no, sabes que soy alérgico". Aquí podemos ceder a no adoptar a un gatito si el hombre se va a morir con el minino en la casa, pero negociamos que sea un perrito. Lo malo es cuando el galán dice: no quiero y te friegas (sólo falta que diga, "porque lo digo yo"). Automáticamente está cerrándome la puerta en la jeta y no está dispuesto a negociar a adoptar otra especie animal, ya que está queriendo controlar la situación. Si yo me aguanto, no estoy cediendo, estoy sacrificando algo que para mí es muy importante. ¿Vale la pena el sacrificio? Ustedes dirán dependiendo de lo que estén sacrificando. No es lo mismo escoger la peli para echarla el domingo, y que si estamos en esos días, como mujeres queremos ver una comedia romántica con un litro de helado y al galán llorando y haciéndonos piojito a lado. El galán quiere ver una peli de acción donde se le salgan las tetas a Megan Fox. A la hora de negociar, va, nos chutamos la que él quiere; la de los coches con 50,000 caballos de fuerza a toda velocidad, tipos rudos matando a otros tipos rudos y claro, las tetas de cuantas viejas salen en la peli, que además están más grandes y como de quinceañera o de busca ovnis. Eso es ceder y lo sano es que ambas partes lo hagan; un día tú, un día yo o incluso, rentamos las dos pelis y vemos tanto al chiquito papi lovey-dovey como a las tetas perfectas . Se llega a un equilibrio y eso es sano. ¿Qué pasa cuando la balanza se inclina siempre hacia una persona? Dejamos de ceder y empezamos a sacrificar. El asunto se vuelve issue y el issue se vuelve bronca cuando empezamos a sacrificar todo lo que es importante para nosotros, como ir con la familia, el adoptar a una mascota, el lugar a donde iremos de vacaciones, la maternidad (ouch, ésa me llegó como anillo al dedo), la decisión de trabajar o no hacerlo, el salir a empedar con el club de Toby y miles de cosas más. ¡Ojo gente! Esto va hacia ambos lados. Recuerden que no hay cabrón sin una pendeja y viceversa. Si queremos tener una relación sana, empecemos ha recapitular esos momentos, quién está cediendo y quién está sacrificando. 


Vamos ahora a dar un ejemplo en el trabajo. Aquí pueden complicarse las cosas porque dependemos de un sueldo y no escogemos a nuestros jefes, que la neta muchas veces se pasan de huevos y piensan que somos esclavos en vez de empleados. No es lo mismo echarle los kilos y quedarnos más tarde para adelantar trabajo que estar a disposición de sus berrinches las 24 horas para que no nos corran. Recuerden, nadie es indispensable y cualquier día nos dan una patada en el trasero y todo lo que sacrificamos por esa chamba (familia, pareja, tiempo propio, ejercicio, etc.) se va a la goma en un segundo. En ningún momento estoy recomendando echar la hueva en la chamba porque entonces nunca van a avanzar, pero hay que encontrar un sano equilibrio entre el trabajo y la vida fuera de él, ¿cómo? ¡Exacto! Cediendo y no sacrificando lo que es más valioso en nuestras cortas vidas. ¿De qué nos sirve pasar 16 horas en una oficina si no podemos disfrutar los frutos (si es que los hay) de tanta joda con nuestros seres queridos o incluso con nosotros mismos? 


Podría mencionar miles de ejemplos más, pero no tiene caso. Cada quién sabe perfectamente de qué les estoy hablando. Tengan autoestima. ¿Vale la pena sacrificar algo que realmente quieren por un trabajo o un/a tipo/a que no les está dando lo mismo a cambio? Si piensan que sí vale la pena, entonces no se quejen cuando los manden a volar por huevos tibios (aplica a hombres y mujeres) ni empiecen a lamentarse de toooodo lo que hicieron por el/la fulano/a ni todo el tiempo que perdieron porque solamente USTEDES tuvieron la culpa. ¿A quién le dan pan que llore? 


Uno es responsable de sus propios actos, de sus propias decisiones y de sus propias emociones. Nadie, absolutamente nadie debe definir lo que harán o sentirán, sólo ustedes deben tener ese poder. Eso es realmente el poder; el ser capaces de hacer, sentir, decidir por nosotros mismos sin la intervención de un tercero, sin importar si es la mamá, la esposa, el hermano, el jefe... ¡NADIE!


Recuerden, se trata de buscar un equilibrio y no de ser una persona egoísta que ahora todo lo quiere para uno. Se trata de negociar; de ceder hoy y de recibir mañana para que pasado mañana los dos estén satisfechos, mas no de sacrificar porque ni son mártires ni les van a aplaudir por tan noble hazaña (para no decir pendeja).


Y como dijo Bugs Bunny, that's all folks! Échenle coco y piensen cómo pueden encontrar ese equilibrio en hoy en día es tan difícil de hallar. Nunca es demasiado tarde para ser felices.


Bendiciones

¡Bienvenidos a mi blog!

La vida y otras cosas... con un twist de limón
¡Hola! Éste es mi primer blog, espero que les interesen las cosas que tengo que decir desde una perspectiva humorística y claro, con un twist de limón. Pero, ¿qué es realmente un twist de limón? Es la chispa o condimento que se le dan a las cosas. Pensemos en una bebida alcohólica que a la mayoría de nosotros nos encanta de vez en cuando; a veces en mayores concentraciones y con más frecuencia que otras. Imagínense un cosmo o un vodka tónic sin su twist; no es lo mismo, ¿verdad? De eso se trata este blog: de ver lo cotidiano de nuestras ya estresadas vidas con un twist de limón para alegrarnos el día, viendo estas situaciones que a todos nos pasan en algún momento u otro, con un poco de humor y hacer más llevadera esta aventura que llamamos vida. 

Hablaré de temas como trabajo, amor, sexualidad, espiritualidad, viajes, música, comida, la falta de todos ellos (cuidado cuando lleguemos a la falta de sexualidad... ¡ouch!) y lo que se me ocurra; todo con base en experiencias personales y opiniones de los demás (sin revelar su identidad, claro). 

Les contaré rápidamente sobre mí y sin entrar en tanto detalle. Soy intérprete traductora inglés-español-inglés y empecemos por explicar de qué se trata. No, no hablo 18 idiomas. No, tampoco soy secretaria ejecutiva bilingüe que le hace traducciones al jefe (trabajo muy honrado y maravilloso, pero no es ser traductora). Para tener mi profesión se necesita estudiar una carrera como cualquier otra y el hecho de saber otro idioma además de la lengua materna no significa que cualquiera puede ser intérprete o traductor. ¡Ojo!

Vivo en el Defecal, i.e., México, D.F. y no me agrada, pero bueno, ya llegará el día en que empaque mis madres y a mis hijos, y nos larguemos a un lugar más vividero.
Nota: muchas personas que viven en el D.F. saben de lo que estoy hablando.

Tengo cuatro hijos, ninguno humano. Dos gatos (ambos pelones), una serpiente y un lagarto. Soy fan de los animales y de la naturaleza. Cualquier tipo de crueldad hacia ella será condenada con mi decreto kármico de que se le regrese al victimario... ¡aguas!

Soy pagana de nacimiento y muy abierta a platicar sobre otras religiones, fes, formas de pensamiento y espiritualidades. Me molesta que juzguen a las personas por sus creencias, preferencias sexuales, forma y estilo de vida, etc.; para mí se trata de vivir y dejar vivir. 

Está bien, basta de choro. Creo que poco a poco irán conociéndome más por lo que vaya escribiendo y mi manera de hacerlo. Espero que lo disfruten y desde ahorita les digo, a veces soy muy pocha. ¿Por qué? Hay ocasiones en que quiero expresar algo y no encuentro la palabra exacta en español. No offense... ¡ja!

Espero no ofender con mis opiniones, de ser así, sorry, lean otro blog. No lo hago para darle gusto a la gente ni para hacer amigos. Es tan sólo un ejercicio más de mi proyección de ideas al mundo.
Gracias y sigamos con el segundo blog, ahora sí sobre temas más interesantes que yo. La diferencia entre ceder y sacrificar. ¿Suena familiar? Jajajaja, ¿por qué no me sorprende?

Bendiciones