martes, 29 de marzo de 2011

¿Por qué duele tanto crecer?

La vida y otras cosas... con un twist de limón

¡Hello, hello! ¡Feliz primavera, equinoccio, Ostara o lo que sea que celebren, pero que sea feliz! Antes que nada, quiero dedicarle esta entrada a dos mujeronas a las que quiero mucho. Lola y Sherlinka, ésta es para ustedes, con todo el amor de mi corazón. 

A diferencia de otras entradas, donde intento ser más light e incluso cómica, ésta será más seria, más profunda, más quirúrgica espiritualmente hablando. No sé ustedes, pero siento que la energía en general ha estado muy fuerte, muy intensa y no necesariamente muy positiva. Hemos visto eventos mundiales muy fuertes en los últimos días como el sismo y tsunami en Japón, la guerra en Libia, las matanzas continuas en México, broncas con amigos, parejas, familia y parecería que esta racha no tiene para cuándo. ¿Coincidencia? Esa respuesta la tiene cada uno según sus circunstancias pero la finalidad de esta entrada es ver qué está pasando dentro de nosotros mismos y cómo poder sobrellevar estas situaciones con madurez y siempre buscando el crecimiento y la evolución.

Yo no creo que haya coincidencias, al contrario, siempre he dicho que todo pasa por algo y siempre es una oportunidad para recibir algo mejor. El problema viene cuando no sabemos en ese preciso momento por qué está pasando y nos desesperamos, nos desesperanzamos y actuamos impulsivamente sin dejar que las cosas fluyan. No creo que nuestro destino esté escrito en piedra. Creo que seguimos patrones de conducta y si los seguimos constantemente, el resultado será el mismo; positivo o negativo, pero nosotros escribimos nuestra propia historia. Con base en este concepto, aviento la nuclear. ¡Todos tenemos lo que nos merecemos! Claro, cuando nos está yendo poca madre está súper, ¿no? Pero, ¿qué pasa si nos está yendo del carajo? Ah bueno, ésa es otra historia y no nos gusta pensar que nos merecemos eso. Como humanos somos tan egoístas y ególatras que pensamos que siempre nos merecemos las perlas de la virgen. Y no sólo eso, nos encanta juzgar a los demás, ¿pero quiénes somos para juzgar? ¿Acaso no hemos todos cometido errores? ¿Y qué tal cuando estamos del otro lado y somos los juzgados? Ahhh, eso ya no nos gusta, ¿verdad?

Ahora, sabiendo que parece ser que hoy vivimos en un caos tremendo, que nos sentimos atacados, juzgados, incomprendidos o sin suerte constantemente, ¿nos vamos a quedar con los brazos cruzados? Una vez más, depende de cada uno. Yo no. Si bien no he tenido una vida muy fácil puedo decir con seguridad que sí he tenido una vida privilegiada. Tengo salud, tengo gente valiosísima que me ama, tengo un trabajo que me apasiona, pero lo más importante, tengo ganas de crecer... de evolucionar. Algunos pensarán que llegamos a este mundo, nos morimos y game over. Otros, como yo, pensamos que esta vida está llena de pruebas, karmas, obstáculos que tenemos que superar y aprender de ellos para avanzar tanto en esta vida como en la que sigue, antes de poder evolucionar de tal manera que pasemos al siguiente nivel.

Dicen que lo que vale la pena nunca es fácil. No me gusta regirme bajo ese precepto porque también hay cosas muy buenas que no cuestan. Estoy peleada con la idea de que hay que sufrir para tener recompensas. Creo que si en el fondo actuamos con amor hacia nosotros y los demás, podemos disfrutar de las delicias que el Universo/Dioses/la vida tiene para nosotros y no morir en el intento ni tampoco llegar tan heridos que no las veamos. Pero hay ocasiones, como ahora, que la energía está tan caótica que tenemos que cambiar actitudes y patrones para poder avanzar al siguiente nivel y duele muchísimo. Creo que una de las cosas más difíciles de superar es la costumbre, la rutina y la comodidad, incluso más que cualquier desamor. Qué fácil es seguir el mismo camino incluso cuando sabemos que no es bueno o que no nos está haciendo feliz. Nos da pavor el cambio porque, al igual que la muerte, es desconocido. Preferimos quedarnos en nuestra zona de confort antes de crecer un par de huevos, tomar al toro por los cuernos, a la vaca por las ubres y decir, "¡hasta aquí!" Pero cuando finalmente nos decidimos a pasar al siguiente nivel, a aceptar que tenemos un problema, el darle muerte a un pasado, a un comportamiento, a una diversión vacía, a vicios, a autodestrucciones complacientes, a falsas amistades, a espejismos y a nuestras chaquetas mentales, es normal que nos sintamos perdidos, como perrito intentar cruzar la carretera. Llevamos años siendo de una manera y de pronto decidimos cortar con tantas cosas que en algún momento nos llenaron pero que ahora sabemos son nocivas; tanto comportamientos como personas, que nos saca de nuestro punto de gravedad. ¡Por supuesto que es difícil! Es como ser un bebé dentro del vientre materno rico, calientito, donde mami nos da todo lo que necesitamos, acaricia su pancita, nos platica y de trancazo nos sacan y sentimos frío, luces por todos lados, voces extrañas, manos frías manipulando nuestro pequeño y frágil cuerpo. ¡Obvio vamos a llorar!

En mi mundo, cada trancazo de ésos lo comparo con un renacimiento. Se dice que nuestra misión como humanos es nacer, crecer, reproducirnos y morir. ¿Crecer cómo, en medidas y altura? Por supuesto, pero ¿qué hay del crecimiento espiritual? La biología nos da el crecimiento físico, nosotros nos encargamos del crecimiento interior y espiritual. En ocasiones debemos dejar ir para crecer; dejar ir para obtener mejores cosas. Si lo sabré yo, y justo hoy... dejando ir estoy también dejando un gran pedazo de mí, con la esperanza de que lo que venga en mi vida sea aun mejor, aunque eso signifique llorar por horas, sentir cómo el pecho se me parte en dos y dedicarme en cuerpo y alma al trabajo.

En este último mes perdí relaciones, gente, unas se recuperaron, otras no, igual y en un futuro, no lo sé. Sólo sé que crecer duele. Dejar ir duele. Superarse duele. La recompensa es muchas veces mayor que el dolor, pero cuando nos encontramos justo en ese momento donde no entendemos por qué estamos viviendo un momento doloroso, se siente como si te arrancaran el alma, y más cuando hablamos de amor; cuando perdemos a una pareja, a una amigo, a esa persona tan especial de la cual las circunstancias te decían que no podías enamorarte pero cada célula de tu cuerpo pedía ese amor a gritos. Le hice caso a mis instintos, a mi corazón y perdí. ¿Qué aprendo? En este momento sólo busco paz, que el dolor desaparezca y después un crecimiento. 

Podemos perder para crecer, pero no nos perdamos a nosotros porque sólo terminaremos cavando un hoyo más profundo, tocando fondo una y otra vez costándonos cada vez más trabajo salir de él. Qué rico es quedarnos en nuestra zona de confort, pero creo que aunque duela crecer, el futuro será aun más placentero. Hay momentos donde debemos quedarnos estáticos, pero recuerden que no puede haber sólo orden. El mundo necesita del caos para poder encontrar un equilibrio. Los invito a hacer conciencia de su propia persona y ver si necesitan ponerle más orden o más caos a su vida, para no sólo ser un número más y sobresalir en esta aventura que llamamos vida.

¡Bendiciones!

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