martes, 13 de diciembre de 2011

¿Amor verdadero o producto de nuestra imaginación?

La vida y otras cosas... con un twist de limón

¡Hello, hello! Saludos potosinos a todos. Aquí arrancando la última semana de gira artística con los diplomados para mis niños indígenas y disfrutando al máximo mi trabajo y estas tierras mexicanas que mucho me han dado; tanto en lo laboral como en lo espiritual.

Creo que mientras más pasa el tiempo, más se me dificulta encontrar un tema de qué escribir. Así que esta vez lo haré del amor que, al final del día, es lo que mueve al mundo. He escrito mucho sobre el tema pero, dadas mis felices circunstancias, esta entrada quiero que sea más light y con la esperanza de compartir muchísimo amor.

Al igual que muchas personas, pensamos que estamos enamorados una y otra, y otra, y otra vez. Al menos yo he pensado haber estado enamorada en otras ocasiones y sé que sí lo estuve y fui muy feliz; sin embargo, puedo decir con el corazón en la mano y lleno de felicidad que la mayoría de las veces estuve equivocada. Ay, ya sé, estoy de lo más cursi y derramo miel, y shalalá. ¿Pues saben qué? Me vale. Estoy disfrutando cada segundo de lo que estoy viviendo y espero que ustedes también, empezando por estar enamorados de ustedes mismos. Recuerden que para amar a los demás hay que amarnos a nosotros mismos primero. 

En fin, empecemos por lo básico. ¿Qué es el amor? Jajajajaja, hasta yo me estoy empalagando. Según yo --y lo que dicen muchos-- el amor es todo lo que nos rodea. Todos hemos sentido el amor; ya sea por nuestros padres, hermanos, hijos, mascotas, amigos y por supuesto, por nuestra pareja. Creo que no hay duda sobre el amor hacia alguno de los que mencioné pero donde a veces se nos va la onda es con el amor a la pareja. ¿Recuerdan cuando éramos adolescentes y teníamos todo un sueño de que nuestra historia iba a ser un cuento de hadas? Y no sólo lo digo por las mujeres... los hombres, por muy machitos que se vean, también tienen sus sueños guajiros con respecto al amor. Íbamos en la secundaria y no faltaba el niño o la niña que nos gustaba. Si teníamos suerte, andábamos con él o ella y bueno, todo era maravilloso, lindo, inocente y sin miedos. ¡Estábamos enamorados! De pronto, adiós. Tronábamos por la razón que sea y sentíamos que nunca más nos íbamos a enamorar; que nuestro corazón sólo le pertenecía a esa persona. Recuerdo haber llorado hasta el punto de la deshidratación por algún escuincle y mi mamá me decía que no me preocupara, que pronto lo olvidaría y me volvería a enamorar. Obvio sentía que ella no me entendía porque nunca iba a haber nadie como él. Jajajajaja ahora entiendo y agradezco que no fuera así. Es más, hasta desacreditábamos lo que nos decían nuestros padres porque "ellos no entendían nada de nuestros sentimientos", como si no hubieran pasado por las mismas... ay maldita adolescencia, ¡qué bueno que ya fue! Pues pasaban los días o los meses y por supuesto que nos desenamorábamos a la velocidad de la luz. Llegaba alguien más y la misma historia, sólo que esta vez al drama de The Wall de Pink Floyd, íbamos construyendo nuestro muro, que no es más que un mecanismo de defensa. En fin, pasaron los años y varias relaciones fallidas, y algunos siguen con la persona de la cual se enamoraron hace muchos años. Otros, como yo, tuvimos que besar varios sapos antes de encontrar al príncipe azul. Está bien, me retracto porque ésa ni yo me la creí. Dejemos a los príncipes azules, rojos o morados a un lado, pero sí a la persona con la que soñamos. Pero, ¿qué pasa con nosotros cada vez que fallamos una vez más en cuestiones del amor?

El amor es la emoción más increíble del universo, pero el desamor, es de los peores sentimientos que existen. Nos duele, nos enferma, nos cala e incluso nos hace dudar de nuestra capacidad emocional. Nos preguntamos, ¿y ahora en qué la regué? Si yo me doy al 100%, ¿por qué terminó la relación? Analizando mi pasado amoroso y desamoroso, creo que mucha culpa la tuve yo; finalmente, la relación es de dos y son pocas las veces en que sólo uno hizo alguna jalada, ¿no? Ambos tenemos la culpa de lo que sucede en una relación y con base en el tema principal de esta entrada, muchas veces pensé haber estado enamorada y entregué más de lo que debía a quienes no se lo merecían. Con esto no me refiero a entregar el tesorito, sino a entregar mi corazón. Tampoco quiero decir que todos fueron unos hijosdepú. Si bien todo ser humano, animal y vegetal merece ser amado, no debemos aventarnos al precipicio por todos. Pero, ¿cómo saber quién es la persona indicada? Creo que se vale lo que dicen: "En lo que llega el indicado, a pasarla bien con el equivocado", pero hay mantener los pies sobre la tierra y precisamente eso, saber quién es la persona indicada. Difícil saberlo, ¿no? ¡Por supuesto! Y más cuando nosotros nos clavamos cual Cristo en la cruz pero según mi experiencia, hay focos rojos para saber quién sí lo vale y quién no. No es lo mismo estar enamorado del amor, que estar enculado (aunque me han dicho que los hombres lo dicen así cuando se refieren a estar enamorados y no oírse tan cursis), y estar realmente enamorado. No me considero una Doctora Corazón pero sí alguien con suficiente experiencia en el desamor como para opinar y, con base en eso, comparto los puntos para saber cuándo la podemos regar:

  1. Atracción física. OK, todos lo hemos sentido. Nos pueden encantar decenas de personas por su físico, por su intelecto, por su forma de tratar a otros y a nosotros. Claro que me encanta Bono y Tom Brady (¡papirrines!), pero de ahí a estar enamorada... Entonces, ¿por qué pensar que estamos enamorados de alguien que sólo nos atrae? Porque nos encantaría estar con ellos por el pedestal en donde los colocamos y porque son inalcanzables. Aaahhhh, ya pellizco nervios y con esta última idea, me voy al segundo punto.
  2. Obsesión. No es lo mismo estar enamorado que obsesionado. Buenísimo, ya fijamos la mirada cual francotirador hacia el objeto de nuestro deseo. Nuestro cuerpo empieza a segregar hormonas, feromonas y demás monas con tal de que nos pele, pero sucede que ni nos voltea a ver o nos quiere tan sólo como amigos. De pronto algo sucede en nuestro enfermito cerebro que nos obsesionamos y juramos que cae porque cae, porque según nosotros, estamos enamorados. ¡No señores! Así no funciona, no estamos enamorados, estamos obsesionados con la idea de una relación con alguien que no nos pela y nos montamos en nuestro burro por una cuestión de ego, mas no de amor.
  3. Se me está yendo el tren. Demonios, creo que esta situación es muy peligrosa. Creo que se da más en mujeres que en hombres por aquel pequeñísimo detalle del reloj biológico, pero he visto también hombres con la fijación de casarse y tener hijos ya, y terminan con la primera persona que los voltea a ver. En mi muy humilde opinión, no creo que exista alguien que se le vaya el tren; creo que es una cuestión de actitud. Mientras más desesperados estemos, menos nos van a pelar. Hay que disfrutar la soltería que también es riquísima. Siempre hay un roto para un descosido sin importar la edad en que lo encontremos. Preferible tarde, pero que sea la persona indicada, a casarnos con cualquiera porque en el fondo, terminará en frustración o incluso en infidelidad. 
  4. Es buen partido. ¿Para qué y para quién? Si lo que están buscando es lana, levántense de su sillón de confort y pónganse a trabajar. Si lo que buscan es a alguien igualito al marido de su amiga o a la novia de su cuate, búsquense a su propia pareja y dejen de meterse en relaciones ajenas. Lo que empieza mal, acaba mal y no se vale jugar con los sentimientos de los demás sólo porque les gusta el "prototipo" de la pareja perfecta. Si está feliz con esa persona, obvio la va a tratar increíble y no se vale enamorarse de quien no deben.
Con base en este punto anterior, muchas veces he oído que "uno no escoge de quien se enamora" o "en la guerra y en el amor, todo se vale". Yo no estoy de acuerdo con eso. ¡Sí escogemos de quién enamorarnos! Es muy sencillo. Si la persona está con alguien más y nos está echando ojitos, ¿qué ganas de corresponderlos? Lo que puede empezar como un juego puede terminar en lágrimas y claro, se puede uno enamorar pero el precio llega a ser muy alto. Si vemos que la persona no trabaja, se droga, trata mal a las personas, etc., ¿para qué nos seguimos metiendo? A eso me refiero con que sí podemos controlar nuestras emociones porque desde un principio, o sea, desde antes de que nazca un amor, nos podemos hacer a un lado y evitamos que el sentimiento crezca. Podrán tacharme de fría, calculadora o como yo misma me catalogaba, la Reina de Hielo de Narnia. Prefiero ser así a terminar llorando con el corazón roto por alguien que no lo merece (leer arriba por si se les olvidó).

Para concluir, está más que claro que el amor es una cuestión complicada. Cada persona es un mundo y lo he dicho antes; las relaciones humanas son de las cosas más complicadas que hay. Puedo confesarles que yo no hace mucho ya me había hecho a la idea de que no volvería a volver a casarme y mucho menos me veía con una familia. Estaba más que satisfecha (mas no feliz) con la idea de que me iba a dedicar solamente a mí y a mi trabajo, que iba a ser la típica crazy cat lady viviendo de viejita con 28 gatos. Soy muy feliz de saber lo equivocada que estaba y que llegó EL INDICADO cuando menos me lo esperé y cuando menos lo busqué. Fueron pocas las relaciones fallidas donde me enamoré, pero varias donde pensé que estaba enamorada. ¿Cómo me di cuenta que realmente no lo estaba? Cuando dejé que el tiempo sanara las heridas y pudiera ver las cosas sin el velo del ego. Entendí a la mala que, aunque no esté de acuerdo y me choquen los juegos, en el amor hay ciertas reglas que hay que seguir (que ése es otro tema). La vida nos enseña con cada experiencia que vivimos y como humanos ególatras nos encanta llamarle a estas experiencias coincidencias, ironías, burlas y destino. No existen las coincidencias, sólo causa y efecto. No existe la ironía, sólo un momento preciso. No existen las burlas, sólo tropezamos con la misma piedra. Y para finalizar, no existe el destino, nosotros escribimos nuestra propia historia con las decisiones que tomamos

¡Bendiciones!

    martes, 4 de octubre de 2011

    Cuando el miedo se apodera de uno...

    La vida y otras cosas... con un twist de limón


    ¡Hello, hello! Esta entrada la escribo desde la hermosa ciudad de Campeche. Sí, es hermosa, aunque acepto que aburrida y espero no ofender a nadie con mi opinión. Me encuentro en pleno centro de la ciudad donde, en estricta teoría, está la actividad pero es un verdadero reto encontrar un lugar con onda. Por fin encontré un barecito donde puedo fumar y echarme una chelita mientras escribo, ah pero la música de cabaret de fondo no es lo mío. En fin, no se puede tener todo en la vida. Estoy contenta de estar aquí trabajando y conociendo nuevos lugares, en especial conocer más de mi país que tanto quiero. Los campechanos son personas muy amables en verdad. Ya había tenido una experiencia medio tétrica con los mayas porque algunos son muy cerrados. Sin embargo, puedo decir que aquí no lo son tanto, o tan quizás he tenido suerte. Me han acogido de maravilla. Incluso en la Procuraduría, donde en este momento doy un diplomado. Llegué con pavor de la energía que iba a tener el lugar pero me llevé la grata sorpresa de que todos son muy amables y me han brindado una mano cada vez que la he necesitado. Espero que en estos días pueda conocer más de este estado al que hoy le digo, ¡felicidades!, porque además hoy se cumplen 234 años de que se fundó la ciudad de San Francisco de Campeche.


    Sin más preámbulo, quiero hablar sobre el miedo; un eterno demonio en la vida de todos. La inspiración que me llegó para hablar de este tema me la dio un pequeñito percance que tuve. Lo que empezó como una tontería acabó en un broncón. No quiero ventilar detalles porque ni siquiera vienen al caso. Lo que quiero decir es que, en el momento de reflexión que tuve, me di cuenta que dentro de toda la bronca, yo actué porque el miedo estaba a todo lo que daba. ¿Miedo a qué? A perder el amor, a perder la relación más sana que he tenido en toda mi vida, a perder mi individualidad, a perder cierta libertad; que además es una tontería porque no me interesa más ser "libre" o soltera. Estoy feliz porque por fin la vida me dio el regalo de encontrar lo que siempre había buscado. Si todo está color de rosa y shalalá, entonces, ¿por qué el miedo?


    En el vuelo del D.F. a Campeche le empecé a echar mucho coco a lo que pasó y a diferentes vivencias y emociones que he tenido en los últimos años, incluso en toda mi vida. Recuerdo cuando era niña mis papás nos llevaban a Reino Aventura (Six Flags para los pubertos que no sepan lo que es) cada fin de año escolar. Me encantaba subirme a todos los juegos y mientras más rudos, yo más feliz. Quería subirme varias veces y sentir los ovarios en la garganta. De niña también jugaba con cuanto animal me encontraba, ponzoñoso o no. Trepaba árboles y mientras más difíciles de escalar, mejor. Quería llegar hasta las ramas más altas y claro, luego como gato bruto andaba gritando para ver cómo demonios me bajaba. (Quien haya vivido su niñez en Cuernavaca entenderá a lo que me refiero). Hoy en día, me dan pavor los juegos mecánicos. No me subo a un árbol porque ni siquiera tengo la elasticidad o la gracia para hacerlo, y seguramente dejaría la mitad de mi piel embarrada en la corteza o terminaría con un brazo roto. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué de un día para el otro me dio miedo? Tuve una experiencia como a los 16 años en donde casi me mato por andar escalando el Tepozteco por una zona no amigable y casi me rompo la calabaza. Desde ese entonces, adiós a cualquier experiencia que tenga que ver con las alturas. Hola, soy Alejandra y le tengo miedo a las alturas. Punto. 


    Alguna vez leí que el ser humano no tiene una conciencia real o total de los peligros del mundo hasta que cumple 21 años. No quiere decir que al cumplir 21 de pronto todo nos da miedo, pero sí tenemos una mejor percepción de las consecuencias de nuestros actos. Claro, están las personas adictas a la adrenalina como mi mamá que mientras más riesgo, más fregón. Cada persona tiene cierto nivel de gusto por situaciones que nos hagan sentir algún peligro, sólo que es diferente para cada uno. Para algunos puede ser aventarse de un paracaídas  mientras que para otros es ponerle el cuerno a su esposo/a esperando no ser cachado. Mi fix de adrenalina me la da la naturaleza, el ecoturismo, los animales que puedo encontrarme en la selva o esnorqueleando en un cenote donde el espacio entre las estalactitas y el agua es de pocos centímetros. (Demonios, ya llegó una mesa donde pusieron tan vomitivo reggaeton. Prefiero la música de cabaret. Los veré feo a ver si se van). Anyway, dentro de mis experiencias de adrenalina, es un hecho que siento miedo, pero me gana más el reto de hacer algo que nunca había hecho. (Jajajaja, funcionó la mirada de maldición gitana. Los vecinos se levantaron y se fueron). 


    Bien, sobre el miedo. Según la Real Academia Española, el miedo significa lo siguiente (utilizaré sólo la primera acepción, que creo que va más con lo que quiero expresar):


    Miedo(Del. lat. metus). 1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.


    Real o imaginario... REAL O IMAGINARIO. Aquí está la cosa. Creo que el miedo real se vale y tiene que ver con un instinto de supervivencia. Si vemos una víbora de cascabel en la cocina, obvio que nos va a dar diarrea. Si vamos en la carretera a 140 km/h y se nos cruza un imbécil que está a punto de chocarnos, vamos a sentir los nervios de punta. Ese miedo es natural y necesario para no morir jóvenes haciendo estupideces, aunque aun así las hacemos. ¿Pero qué sucede con el miedo imaginario? Ése es el más perturbador de todos porque ni siquiera sabemos lo que va a suceder. Nos basamos en experiencias anteriores, algo que le pasó a otra persona o simplemente nos ganan nuestras inseguridades al grado de paralizarnos o peor aún, salir lastimados o lastimar a alguien más por algo intangible e inexistente. Por ejemplo, chocamos y de ahí para el real no queremos volver a manejar. Nos asaltaron y no queremos volver a salir a la calle, ¿por qué? Por miedo a que nos vuelva a pasar. Hay experiencias en la vida que nos marcan tanto y tan fuerte, que al primer síntoma nos quedamos inmóviles y evitamos de cualquier forma vivir lo mismo. Es una reacción natural pero no necesariamente la más sabia. No podemos vivir con miedo al grado de que dejemos de hacer lo que nos gusta o lo que necesitamos


    Ahora, entrando al tétrico y complicado tema de las relaciones humanas, ¿por qué nos da tanto miedo entrarle al ruedo? Cada uno tendrá su respuesta pero creo que es muy sencilla. Nos han lastimado antes y no queremos que nos vuelvan a dar en la madre. A todos nos ha pasado que nos clavamos cual Cristo en cruz con alguien y ¡tómala! Nos rompen el corazón. Nos pintan el cuerno. Nos humillan. Nos tratan mal. Queremos cosas diferentes. La relación cambia. No era la persona que buscábamos. O peor aún, nos salen con el patético "no eres tú, soy yo". No digo pase todo esto, pero es posible que simplemente un truene nos haya marcado de tal manera que nos da un miedo espantoso empezar otra relación. A veces preferimos andar de free para evitar el compromiso y no perdernos. Hay quienes se vuelven patanes o patanas viviendo una constante y tarada venganza en contra del sexo opuesto (o el mismo, según las preferencias) escudándose en el también patético "tod@s son iguales" o lo que es peor, de manera consciente o inconsciente, saboteamos la relación y provocamos situaciones para terminar la relación antes de que nos manden a volar, y según nosotros, nos vuelvan a dar en la madre. Pero no es más que el miedo hablando. Creo que es muy peligroso dejar que ese miedo se apodere de nosotros porque corremos el riesgo de perder algo muy bueno, incluso lo mejor que nos puede pasar.


    Pues se dice fácil, di no al miedo, pero ¿cómo? Ahí está la bronca. Debemos tener la inteligencia emocional para poder identificar el miedo que sentimos; real o imaginario. Si estuvimos en una relación donde nuestra pareja nos trataba del nabo y empezamos otra donde vemos un patrón de conducta que puede llevar a lo mismo, el miedo puede ser real. Sin embargo, lo que es dañino es hacernos chaquetas mentales y meter a todos en la misma bolsa, y a la primera discusión verle cara de Charles Manson o Lorena Bobbitt. Creo que la mejor manera es, en primera, no generalizar. La comparación es inevitable pero ninguna relación es igual. No todos son el enemigo y si bien a nadie le gusta pelear, las discusiones e incluso los pleitos en cualquier tipo de relación son normales y sanos. No podemos siempre estar de acuerdo en todo y el chiste es encontrar un punto medio, y comunicar nuestras emociones con inteligencia. Con esto me refiero que no se trata de aventar la bolita al otro, sino decir lo que no nos gusta. No es lo mismo decir, "me duele cuando me hablas así" a "es que siempre me tratas mal", ¿o no?


    No hay una ciencia exacta de cómo tratar a los demás porque cada quien es un mundo, pero si podemos ser mejores personas por el bien de la relación y por nosotros mismos. Esta vida está para eso, para vivirse. Si dejamos que el miedo se apodere de nosotros cada vez que nos aventuramos a algo nuevo entonces, ¿qué vida es ésa? 


    Hay miles de caminos por tomar y cada quien escoge cómo vivir su vida pero sería una verdadera lástima llegar un día y decir, "debí haberme aventado y por miedo no lo hice". Total, ¿qué es lo peor que puede pasar?, ¿que nos volvamos a dar en la madre? Uy, qué miedo...


    ¡Bendiciones!


    jueves, 1 de septiembre de 2011

    La muerte: nuestra tortuosa compañera


    La vida y otras cosas... con un twist de limón

    ¡Hello, hello! Espero que se encuentren de maravilla. Esta entrada quiero dedicársela a dos amigos queridos que me hicieron pensar en la muerte como por quinta vez en el día. Uno perdió a su mami hace unos años y otro estuvo cerca. A los dos, ustedes saben quiénes son. Los quiero mucho. 

    Casi todos nosotros hemos estado cerca de la muerte de una forma u otra; ya sea que vivimos una experiencia donde casi colgamos los tenis o perdimos a un ser querido. También estamos los que hemos vivido ambas experiencias y hay de dos, o nos aterra o nos fascina. Yo tengo fascinación por la muerte pero eso no quiere decir que sea suicida o que quiera morirme. Tan sólo acepto a la muerte como parte fundamental de la vida y me apasiona su enigma.

    ¿Por qué nos aterra la muerte?

    Desde que el hombre apareció en la Tierra, siempre ha cuestionado lo que sucede al morir. ¿A dónde irá? ¿Duele? ¿Estará en contacto con sus seres queridos desde el más allá? La respuesta es: quién sabe. Si bien muchas religiones hablan de la idea de un paraíso y de un infierno, nadie ha comprobado hasta el día de hoy qué nos sucede al morir. Nuestro cuerpo se apaga pero, ¿qué pasa con nuestra alma? Empecemos por lo más sencillo y caótico a la vez. ¿Tenemos alma? Esa respuesta la tenemos de manera individual. Lo único que sabemos es que al morir nuestro cuerpo físico se descompone; regresando a la tierra en forma de cenizas, de abono o de alimento para gusanos, pero qué importa, ya no estamos aquí.

    El problema con el miedo a la muerte no radica en los muertos en sí, sino en los que nos quedamos aquí en el planeta; destruyéndolo día con día como si él no se fuera muriendo al igual que nosotros, pero ésa es otra historia. Los que nos quedamos, somos los que nos atormentamos con ideas de la muerte y creo que es por dos razones: ignorancia y egoísmo. Desde que el mundo es mundo, el hombre ha temido lo que no conoce --lo critica, lo pisa, lo elimina, lo intenta convencer, lo evangeliza... La muerte no es la excepción. El hombre la reta, busca alargar la vida con tal de no llegar al momento donde veamos la luz al final del túnel. El hombre también le teme y le huye, como si haciéndolo no viniera por él, como dicen, cuando le toque. Pero también el hombre se mofa de ella y le rinde culto, como los aztecas y los mexicanos de hoy que rendimos honor a nuestra inseparable sombra en el Día de Muertos. Hacemos calaveritas de azúcar, dedicamos poemas de muerte a nuestros conocidos, les dejamos ofrendas a nuestros seres queridos para esa noche tan especial en que vienen a visitarnos. Otras culturas como la egipcia preparaban a sus muertos para cuando llegaran a ese lugar desconocido con alimento, bebidas, joyas y artículos personales. Los celtas también rendían culto a la muerte e incluso es el día que celebraban su año nuevo. Sin embargo, la falta de conocimiento acerca de lo que hay del otro lado nos causa miedo y aberración, cuando finalmente todos, absolutamente todos llegaremos a ese punto, nos guste o no. 

    El hombre es el ser más destructivo y egoísta del planeta, y la muerte es tan sólo uno más de sus pretextos para que su ego se apodere de él. ¿Por qué sufrimos cuando alguien se muere? La respuesta es muy sencilla: porque no volveremos a ver a la muerto y eso nos causa un vacío, punto. No nos importa si la persona estaba sufriendo, si sentía mucho dolor, si ya quería irse, si sentía que ya había vivido lo suficiente o todo lo contrario; finalmente, somos los que nos quedamos los que lloramos su partida. El muerto no nos importa, sólo nos importa nuestro propio dolor. Cada uno tendrá su creencia de qué sucede al morir pero si partimos de la idea de que hay un lugar mejor que éste, pues el muertito está a toda madre, ¿por qué sufrimos? Una vez más, porque el hombre es egoísta y sólo está pensando en su propio dolor y no en el muerto en sí. Regresando a la creencia de que nos vamos a un lugar mejor, ¿no es cierto que nosotros también llegaremos a él? Si es así, entonces, ¿por qué lloramos si al final del día vamos a estar con nuestros muertos? 

    Yo no le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo al sufrimiento en vida que me conduzca a la muerte. Temo a una enfermedad larga y dolorosa pero no me da miedo el paso de una vida a "otra". No tengo idea de que será de mí cuando me muera. Todavía no sé si creo en la reencarnación o no. Dicen que yo ya soy alma vieja y una de las formas de saberlo es precisamente por eso, porque he vivido y muerto tantas veces que por eso no le tengo miedo. Quién sabe y tampoco me importa. Lo único que sé es que esta vida es única e irrepetible. Nunca será yo otra vez, reencarnada o no. También creo que mis muertitos estarán ahí cuando me den la bienvenida y me llena de alegría saber que los volveré a ver y a abrazar. Algunos pensarán que estoy loca o pacheca, y quizá sea consuelo de tontos pensar así, pero si así me da la paz que necesito para seguir adelante, ¿qué más me da lo que piensen los demás?

    Todos nos vamos a morir. TODOS. No tengamos miedo a ese paso ni nos obsesionemos con el sufrimiento de algo que ni siquiera conocemos. Vivamos la vida con intensidad, con jolgorio, con alegría, rompamos las reglas de vez en cuando... Gastamos tanta energía mortificándonos por algo que ni sabemos que es en vez de aprovechar el momento; el aquí y el ahora. No voy a decir que vivamos cada día como si fuera el último porque se me hace una reverenda estupidez. Si fuera el último día de vida estaría con mis seres queridos poniéndome una de aguamielero riéndome a carcajadas de los mejores momentos, entonces, ¿a qué hora trabajaría? Lo que sí digo es que no perdamos tiempo ni suframos por cosas que no sabemos. Si la estamos viendo cerca y no nos gusta, entonces llevemos una vida más sana para alargarla pero seamos conscientes de que finalmente nos llegará el momento en que la flaca nos lleve. Si sufrimos por alguien que ya se fue, hablen con la persona, platíquenle lo que sienten, visualícense con ella, abrácenla, escuchen con el corazón lo que les está diciendo para terminar diciendo --adiós, puedes irte en paz pero hazme un huequito para cuando te alcance.

    No tengo idea de cuando vaya a morir ni es algo que desee pero algo me dice que moriré joven, siempre he tenido ese presentimiento. No me acongoja ni sufro por eso, al contrario, doy gracias al Universo por darme la oportunidad de tener vida e intento vivirla al máximo, --y vaya que he sido criticada por eso. Me consuela saber que cuando me vaya, la misma mujer que me dio la vida será también la mujer que me dé la bienvenida a la muerte, entonces, ¿de qué me preocupo?

    ¡Bendiciones!

    viernes, 1 de julio de 2011

    Pros y contras de andar de free

    La vida y otras cosas... con un twist de limón
    ¡Hello, hello! Qué tal la lluvia, ¿eh? Primero se quejan que no llueve y hace calor, y ahora que llueve mucho y hace frío. Nunca se le puede complacer a uno caray.  

    Antes que nada quiero dedicarle esta entrada a mi comadrita hermosa. Me pidió que escribiera sobre eso y espero no defraudarla. Comadre, besos hasta El Salvador querida y perdón por la tardanza.
     
    Esta entrada tiene que ver con andar de free. Para los que son generación X como yo, recordarán que cuando éramos adolescentes, al menos en mi pueblo, besar a una persona que no era tu novio/a se le decía "echarse un freeky". Utilizado en una oración: Me eché un freeky con fulano. O sea, besé a fulano y no ando con él. "¡Oh por Dios, eres una  piruja!" Ésa era una de las reacciones dependiendo del círculo de amistades, o de plano, "Eres una pendeja" dependiendo del chavo a quien hubieras besado o peor aún, si estabas enamorada de él. 
     
    Pasan los años, uno se desarrolla, se desenrolla y quiere comerse al mundo. Quiere terminar de estudiar para empezar a trabajar cuanto antes y tener esa soñada independencia, en otras palabras, hacer lo que le venga en gana y no pedir permiso. Ahora sabemos que mientras más crecemos, más añoramos volver a la época donde nuestras únicas responsabilidades eran estudiar y hacer la cama, y donde el peor de nuestros problemas era si un puberto pensaba que era una facilota por besarlo sin andar con él. Mientras más crecemos creo que las cosas se van complicando. Nuestra mente alcanza nuevos horizontes, tenemos hambre de conocimiento, desde un trabajo nuevo, viajes o incluso la maternidad. Pero, en todo este proceso de crecimiento, ¿cómo van evolucionando las relaciones de pareja?
     
    Hay varias pero hoy me enfocaré en el famoso free. En pocas palabras, andar de free con alguien es tener un tipo de relación sin compromiso, abierta, donde hay un grado de amistad pero la finalidad es tener sexo cuando andamos filosos. Otras maneras de llamarle al free es amigovio/a, amigo/a con derechos, fuckbuddy, fuckfriend, entre otros. Este tipo de relación, como cualquier otra, tiene sus pros y sus contras y creo que la decisión de tener una depende de la persona misma, del free y el momento y circunstancias en la vida de cada uno. Yo he tenido relaciones de free y tengo que decir que he vivido ambos lados de la moneda. Lo he disfrutado muchísimo y también he llorado con el corazón roto.
     
    Para facilitar las cosas, haré una lista de pros y contras de este tipo de relación:
     
    Pros
    1. La finalidad es pasarla bien. Esto es el principio del free, pasarla chido. Tenemos ganas de sexo y le mandamos un mensajito al free preguntándole, "¿qué onda, tu casa o la mía?" Si hay buena comunicación y apertura te contesta luego luego, nada de darse su taco para que te claves ni tonterías de adolescente. Se ponen de acuerdo en la hora y el lugar, se ven, platican un rato, pum pum le dan, platican otro, el que llegó de visita se pone los tenis y adiós. Si no hay bronca igual y se queda a dormir y hasta de cucharita, total, ¿qué más da después de todas las trasgresiones de alta moral intercambiadas que hasta Freud aplaudiría?
    2. El free es un amigo/a en principio, por lo que no hay silencios incómodos, no hay expectativas de que te abracen. Le puedes platicar del trabajo, de tus amigos, incluso de tu ex por el que todavía mueres, probablemente esté en la misma situación que tú. Pueden cocinar, ver una peli o lo que sea para pasarla chido y sin romperse la cabeza con el "¿qué estará pensando?"
    3. Con el free se puede experimentar en la cama con lo que con tu novio/a fresa te daría pena. Si tienes el Kamasutra en tu compu bajo contraseña por miedo a que te la cachen y quieres probar la posición 4,927 que además de verse peligrosa es simplemente indigna, qué mejor que intentarlo con un free. Muchas veces nos cohibimos sexualmente (y está pésimo) con nuestras parejas por miedo a qué pensará. "Oye mi vida, fíjate que se me antoja esto o el otro..." y tómala, le ves la cara de asco y horror a tu pareja y dices, "en la madre, ya la cagué, ahora sí seguro piensa que soy mega depravado/a". Si están en una relación de free y quieren experimentar cosas además del misionero, perrito, chivito y todo el zoo, ¿por qué no experimentar fantasías innombrables con el free que, finalmente si se espanta, no se ve amenazada la relación? Sin embargo, soy de la idea que la mejor persona con quién experimentar es con la persona que amas.
    4. El free no jode. Y a ver, aquí no me vengan que las mujeres son más jodonas porque no es cierto. Hay hombres que empiezan a ver el negrito en el arroz de todo. Con un free no pasa eso. Puedes vestirte con súper escote, te puedes ir a emborrachar con el club de Toby sin reclamos, puedes salir con otras personas como amigos o en una date, no tienes que esconder a tu mejor amigo/a porque a tu novio/a le dan celos, puedes ser workaholic y dormirte a las 2:00 a.m. trabajando sin panchos. En pocas palabras, puedes seguir haciendo tu vida como siempre sin que tus decisiones influyan en que si tu pareja se va a disgustar. Igual, creo que la pareja no debería de hacerte panchos, pero realmente ¿cuántas personas hacen cero panchos?
    5. El free se acaba cuando ambos quieren, cuando se aburren o cuando uno empieza a andar bien con alguien más. Esto no tiene por qué ser motivo de dolor, ya que puedes querer mucho a una persona, te puede incluso encantar, pero sabes que nunca andarías con ella porque son completamente incompatibles menos en la cama. Ahora el free también puede terminar por la razón más temida y con eso empezaré los contra, que es que uno de los dos se enamore y el otro no.
    Contras
    1. Uno se enamora y el otro no. A ver, empecemos desde el principio. El free no es para enamorarse, es para pasarla bien, pero finalmente somos humanos y podemos caer. Resulta que hay risas, te escuchan, te entienden y el sexo es espectacular. Es muy probable que los sentimientos crezcan. ¡Aguas! Hay que tener bien claro qué es lo que se quiere y todavía más importante, expresarlo. Desde el principio debe haber comunicación y ponerse las cartas sobre la mesa; debe haber honestidad para que no te salgan con que "es que yo pensé" y ojo, esto va para los dos.
    2. Lo mejor que puede pasar es que ambos se enamoren, anden, se casen, tengan chavitos y vivan felices para siempre, pero la neta dejé de vivir en Lalaland hace muchos años. La realidad es que el free no te va a llevar a nada más que una situación sexual y probablemente quede en una buena amistad. Si eres una persona romántica que piensa que mediante el free puede encontrar al hombre o mujer de su vida, buena suerte o platíquenme su historia de éxito; digo, también hay casos, ¿no?
    3. Cuando le conviene eres su free y cuando no, hay compromiso. A ver gente, no se me confundan. ¿A quién no le gusta tener sus velitas prendidas? Pero, ¿a quién le gusta ser la velita de alguien? En el recibir está el dar. No se vale hacer panchos de celos ni tratar a tu free como novio/a si ése no fue el acuerdo y si no están entregando lo mismo. En el free no hay exclusividad, a menos que así lo hayan dispuesto desde el principio. No puedes esperar que tu free te sea fiel cuando no le das un compromiso, cuando no le estás dando algo más o cuando tú puedes estar saliendo con otras personas. Si los panchos son más que pasársela rico, ese free ya no es bueno.
    4. El tener una relación abierta y sin exclusividad es un riesgo, por lo que debe haber responsabilidad. Si van a tener relaciones sexuales con más de una pareja, cuídense, o al menos tengan el valor de decirle al free que estarán con otras personas y que no se cuidan. Por muy free que sea, no se vale estar repartiendo champiñones... si bien les va. Y por favor, no sean ingenuos, hombres y mujeres. Si no se cuidan contigo puede ser que no se cuiden con otros. ¡Mucho ojo!
    5. El choro mareador. Ésta va más para los hombres. Primero que nada, relájense. Hay mujeres que sí les interesa un free y que al igual que ustedes, tienen la capacidad de tener sexo sin amor, disfrutarlo mucho y no estar pensando en ustedes como marido. Desgraciadamente, esta sociedad sigue siendo muy cerrada y machista como para aceptarlo, entonces se puede caer en el choro. Si no sienten nada por ella más que atracción física o sexual, si no quieren una relación seria con ella, ¿para qué el choro? ¿Para qué decirle "te amo" en pleno sexo cuando no lo sienten? No la rieguen porque cabe la posibilidad que la chava se lo crea y le acaben rompiendo el corazón o, si se encuentran a una mujer como yo, le dicen que la aman y lo primero que va hacer es vestirse y largarse porque sabe que es choro. No digan cosas que no sientan.
    Termino con lo siguiente. El free no es para todos/as, no porque sea algo malo, sino porque hay hombres y mujeres que quieren algo más o que no les late una relación abierta, ya sea por celos, por prejuicios (que para mí sería la peor razón), o porque son más románticos. Cuando se cruzan las barreras sociales, de doble moral, de machismo y demás estupideces que sólo causa más frigidez en las mujeres y más precocidad en el hombre, sean sinceros con ustedes mismos y sobre todo, sean congruentes. Si nunca han tenido una relación de free, mi opinión es que la prueben para ver si es lo suyo pero tengan en cuenta los pros y contras. Yo sólo propuse algunos, pero finalmente son ustedes los que se conocen mejor y cada quien tiene su propia lista. Los invito a no juzgar a los demás. No juzguen a una mujer por tener un free como golfa o a un hombre como un perro. Ustedes no saben qué han pasado esas personas o por qué lo tienen. Puede ser que la relación de free sea lo más que pueden tener porque el amor no es suficiente y los factores que les impiden estar juntos sean mucho mayores, como la distancia, las creencias religiosas, entre otros. Finalmente, es una relación de dos y como tal, no deben de meterse. Si tanto quieren juzgar, mejor vean para adentro y pregúntense por qué lo hacen. ¿Alguna vez te enamoraste y sólo te correspondió con un free y por eso te duele? O, ¿será que no tienes los pantalones o las enaguas suficientes como para aventártela por MIEDO al qué dirán? Híjole, eso sí me daría pena, pero es sólo mi opinión.

    ¡Bendiciones!

    viernes, 29 de abril de 2011

    Dicen que el amor no es suficiente...

    La vida y otras cosas... con un twist de limón

    ¡Hello, hello! Qué tal el calorcito, ¿eh? Yo lo estoy sufriendo horrible, me choca el calor. Mi teoría es que soy tan cálida que me acoplo mejor en el frío y aguas, dije cálida, no caliente. Ésa es otra entrada. 

    En últimas fechas, he escuchado mucho que el amor no es suficiente para que una relación funcione y es lo que quiero abordar hoy. La verdad es que no sé si sea suficiente o no, lo que sí sé es que hay varios temas fundamentales que definitivamente pueden influir en que tengamos una relación fugaz (no quiere decir que mala) o una relación de por vida (no quiere decir que buena).

    No sé ustedes, pero en mi caso, yo necesito tener los siguientes cuatro componentes para que pueda entregarme al 100% y echarle los kilos a una relación de pareja: amor, respeto, buen sexo y compatibilidad. Empecemos con el amor. Es obvio que el amor es fundamental para que funcione una relación sana. Estoy hablando de una relación de pareja, de noviazgo, de matrimonio; si no hay amor va a valer queso o nos vamos a ir con la primera persona que nos haga ojitos. Sin embargo, debemos empezar con el amor propio. Suena a cliché pero es verdad, ¿cómo nos va a querer alguien si no nos queremos a nosotros mismos? ¿Por qué pensamos que si dejamos pisar nuestra dignidad y nos ponemos de tapete haremos que nuestra pareja nos quiera más? ¡Al contrario! No sé ustedes pero para mí no hay peor turnoff que un eunuco, un "Gutierritos", un hombre que a todo te diga "sí mi amor" o "lo que tú quieras" sólo por miedo a perderte o por falta de pelotas. Los testículos no están sólo para que se los rasquen ni para la procreación, también sirven para tener carácter y si no lo tienen, ¡crézcanse un par de pelotas! Se puede, muchas mujeres lo hacemos todo el tiempo.

    Sigamos con el respeto. Podemos amar mucho a nuestra pareja pero si no nos respeta entonces no nos estamos amando (si no les quedó claro, vuelvan a leer el párrafo anterior). ¿Y a qué me refiero con respeto? Respeto de nuestras ideas, de nuestra individualidad, de nuestro espacio, de nuestras creencias, obvio el respeto físico y sexual, y el respeto por el cambio, porque sí, la gente SÍ cambia y es natural y es sano cambiar. No podemos seguir siendo las mismas personas siempre porque entonces no evolucionamos. El respeto debe también verse reflejado en los cambios que la pareja va viviendo, tanto a nivel individual como a nivel entidad.

    El sexo... ay tan rico... ajá, cuando es rico y nos llena, pero, ¿qué pasa cuando tu pareja no te satisface sexualmente? Ojo gente, con esto me refiero a calidad y cantidad. En cuestión de calidad se los dejo a cada uno. Cada quién sabe qué le gusta y cómo, si no, creo que es momento de probar la masturbación, pero para los que sí saben, ¿por qué tenemos que conformarnos con una relación sexual insatisfactoria? Está bien, no es tan fácil encontrar a una persona que nos llene en todos los aspectos pero tampoco es imposible. Lo que sí es un hecho es que una sexualidad mediocre puede matar a la pareja, créanme, lo he vivido más de una vez. En cuestión de cantidad, no se trata de estar como conejos todos los días... o sí... sino que exista una sincronía entre cuántas veces al día, a la semana, al mes o lo que sea, sean satisfactorias para ambos. Hablar de insatisfacción sexual con la pareja es muy difícil y debe hacerse con mucho tacto, pero si no quieren acabar dependiendo su plenitud sexual en su propio "tacto", mejor hablarlo a tiempo y no sufrir las consecuencias porque sí, el mal sexo puede destruir a la pareja, mientras que el buen sexo la puede unir. Ahora, no hablemos del GRAN sexo, ése que hace que se te salga el alma, que sientes la energía de la otra persona y la tuya fusionarse, el que te hace transportarte a Tantralandia y sientes placer en cada célula de tu cuerpo, en el que sientes la energía de la pareja al momento de su orgasmo como si fuera tu propia energía... en la madre, ¿hace calor o soy sólo yo? Y si no lo han vivido, ¿qué esperan?

    Está bien, llegamos al último punto pero para mí, creo que es el más importante. La compatibilidad. De la misma forma que dicen que verbo mata carita, para mí, la compatibilidad mata todo. Si no hay compatibilidad el amor se acaba, el sexo se deteriora y podemos terminar perdiéndole el respeto a la persona. Con esto no digo que lo manifestemos mentándole la madre pero simplemente ya no está en aquel pedestal que alguna vez estuvo y cada vez se cae más y más de ese lugar. Pero, ¿compatibilidad en qué? En todo. Compatibilidad en cuestiones de educación, sociales, espirituales, familiares, sexuales y de madurez. Creo que es importantísimo tener un antecedente similar y con esto no digo que ambos deben ser del mismo código postal o que no funcionen si uno viene de una familia funcional y el otro de una disfuncional, pero sí tiene que ver con valores y moral. Si como hombre quieres tener una desperate housewife, no busques a una chava independiente que le gusta trabajar y venera su espacio porque puede haber broncas. ¿Qué hay de las diferencias espirituales/religiosas? Conozco a gente de creencias completamente opuestas (estuve casada con una persona así), como judíos con católicos, protestantes con cristianos, ateos con paganos; en fin, he visto de todo y veo que sí puede funcionar. ¿De qué depende? Del respeto. Respetar las creencias de la otra persona, de ceder e incluso de sacrificar un poco pero nunca al grado que se sientan mal, al contrario, se trata de sumar y no de restar. Lo digo y lo repito, se trata de encontrar las similitudes en vez de las diferencias dentro de nuestras creencias. También existe la compatibilidad familiar, valores y moral. Creo que nadie tiene la culpa de la familia de donde viene, pero sí en querer convertir a la pareja en alguien parte de la familia como si siempre hubiera vivido ahí. ¿A qué me refiero con esto? Hay gente familiar, hay gente que no es familiar. Es un error querer cambiar a tu pareja haciéndola "no familiar" y viceversa para llenar un propio hueco. Bueno, finalmente es un error querer cambiar a la pareja por la razón que sea. Si no te gusta tu pareja, cambia de pareja, no intentes cambiar a la persona.

    Es un hecho que las relaciones humanas son de lo más complicado que hay, pero también de lo más interesante y si estamos abiertos, nos pueden traer mucho aprendizaje y evolución. Creo que hablando de amores y desamores, si me preguntan si el amor es suficiente para que una pareja funcione mi respuesta es, tristemente, no, no es suficiente. He aprendido que para que una relación sea sana, al menos en mi caso, deben estar estos cuatro puntos cardinales y si uno o más faltan, la relación puede seguir, pero no será sana, al menos no para mí. Claro que tiene que haber amor y además una atracción física. Si la persona no me gusta físicamente o tiene problemas de higiene y cosas así, la verdad es que no puedo enamorarme o si ya lo estoy, se acaba el amor, guácala. Necesito a una persona que me respete y que yo pueda respetar; que nos sintamos orgullosos de ambos. En el momento que vemos menos a nuestra pareja ya valió queso. En la cuestión sexual, creo que la sexualidad es un gran termómetro de la relación. Cuando las cosas están bien, ¿a poco no nos encanta estarle dando cada vez que se pueda? Pero, ¿qué tal cuando las cosas están mal? Yo no sé ustedes, pero mi cabeza y corazón están conectados a mi vagina. Si no estoy bien, me cierro. Una vez una amiga me dijo, "Ale, el hecho de que tú estés enojada con él no quiere decir que tu colita esté enojada". Lo siento, en mi caso sí estamos conectadas y se ve reflejado en mi libido; incluso en mi desempeño y para tener sexo con hueva y ser un sushi en la cama, prefiero no tenerlo hasta que me den ganas y platique con mi mejor amigo robot.

    En conclusión, creo que lo que más ruido me hace es la compatibilidad, debe estar muy presente. Sin embargo, a diferencia del amor o del respeto, se puede trabajar con la compatibilidad. Con el amor, amas o no amas, punto, al igual que respetas o no respetas, no hay medias tintas, pero en la compatibilidad sí hay muchas cosas que pueden rescatarse. Creo que todo se trata de que haya voluntad. Si hay amor, si hay respeto, si han buen sexo, ¿por qué no puede haber voluntad para encontrar el punto medio y ser más compatibles? Somos humanos, todos tenemos virtudes y defectos. Es natural y de humanos caer en el juego de querer cambiar a nuestra pareja, incluso hay personas que quieren cambiar a todos, para satisfacer sus propias necesidades, sanas o no. La realidad es que no es sano intentar cambiar a alguien más que a nosotros mismos, porque incluso si la otra persona fuera tan débil de carácter y de personalidad como para ceder siempre y cambiar, realmente no cambia, o si lo hace, vive frustrada porque no es quien realmente quiere ser.

    Tiendo a ser cero romántica y cursi. Quizá los truenes que he tenido en mi vida, además de darme una linda experiencia, me han matado el shalalá y pensar que todo será un cuento de hadas con un final feliz. La neta es que es un trabajo diario. Hay que aguantar mucho, tener mucha paciencia, tolerancia, amor y voluntad, pero aunque no sea romántica no dejo de luchar por ser feliz con mi pareja, cuando la tengo. En el momento que ya no estoy siendo feliz, busco la comunicación y trabajar en la relación. Cuando ya no hay por dónde, la termino. ¿Ustedes qué hacen?

    Se dice que el amor mueve montañas. Yo quisiera saber qué se movería si juntamos amor con voluntad...

    ¡Bendiciones!

    martes, 29 de marzo de 2011

    ¿Por qué duele tanto crecer?

    La vida y otras cosas... con un twist de limón

    ¡Hello, hello! ¡Feliz primavera, equinoccio, Ostara o lo que sea que celebren, pero que sea feliz! Antes que nada, quiero dedicarle esta entrada a dos mujeronas a las que quiero mucho. Lola y Sherlinka, ésta es para ustedes, con todo el amor de mi corazón. 

    A diferencia de otras entradas, donde intento ser más light e incluso cómica, ésta será más seria, más profunda, más quirúrgica espiritualmente hablando. No sé ustedes, pero siento que la energía en general ha estado muy fuerte, muy intensa y no necesariamente muy positiva. Hemos visto eventos mundiales muy fuertes en los últimos días como el sismo y tsunami en Japón, la guerra en Libia, las matanzas continuas en México, broncas con amigos, parejas, familia y parecería que esta racha no tiene para cuándo. ¿Coincidencia? Esa respuesta la tiene cada uno según sus circunstancias pero la finalidad de esta entrada es ver qué está pasando dentro de nosotros mismos y cómo poder sobrellevar estas situaciones con madurez y siempre buscando el crecimiento y la evolución.

    Yo no creo que haya coincidencias, al contrario, siempre he dicho que todo pasa por algo y siempre es una oportunidad para recibir algo mejor. El problema viene cuando no sabemos en ese preciso momento por qué está pasando y nos desesperamos, nos desesperanzamos y actuamos impulsivamente sin dejar que las cosas fluyan. No creo que nuestro destino esté escrito en piedra. Creo que seguimos patrones de conducta y si los seguimos constantemente, el resultado será el mismo; positivo o negativo, pero nosotros escribimos nuestra propia historia. Con base en este concepto, aviento la nuclear. ¡Todos tenemos lo que nos merecemos! Claro, cuando nos está yendo poca madre está súper, ¿no? Pero, ¿qué pasa si nos está yendo del carajo? Ah bueno, ésa es otra historia y no nos gusta pensar que nos merecemos eso. Como humanos somos tan egoístas y ególatras que pensamos que siempre nos merecemos las perlas de la virgen. Y no sólo eso, nos encanta juzgar a los demás, ¿pero quiénes somos para juzgar? ¿Acaso no hemos todos cometido errores? ¿Y qué tal cuando estamos del otro lado y somos los juzgados? Ahhh, eso ya no nos gusta, ¿verdad?

    Ahora, sabiendo que parece ser que hoy vivimos en un caos tremendo, que nos sentimos atacados, juzgados, incomprendidos o sin suerte constantemente, ¿nos vamos a quedar con los brazos cruzados? Una vez más, depende de cada uno. Yo no. Si bien no he tenido una vida muy fácil puedo decir con seguridad que sí he tenido una vida privilegiada. Tengo salud, tengo gente valiosísima que me ama, tengo un trabajo que me apasiona, pero lo más importante, tengo ganas de crecer... de evolucionar. Algunos pensarán que llegamos a este mundo, nos morimos y game over. Otros, como yo, pensamos que esta vida está llena de pruebas, karmas, obstáculos que tenemos que superar y aprender de ellos para avanzar tanto en esta vida como en la que sigue, antes de poder evolucionar de tal manera que pasemos al siguiente nivel.

    Dicen que lo que vale la pena nunca es fácil. No me gusta regirme bajo ese precepto porque también hay cosas muy buenas que no cuestan. Estoy peleada con la idea de que hay que sufrir para tener recompensas. Creo que si en el fondo actuamos con amor hacia nosotros y los demás, podemos disfrutar de las delicias que el Universo/Dioses/la vida tiene para nosotros y no morir en el intento ni tampoco llegar tan heridos que no las veamos. Pero hay ocasiones, como ahora, que la energía está tan caótica que tenemos que cambiar actitudes y patrones para poder avanzar al siguiente nivel y duele muchísimo. Creo que una de las cosas más difíciles de superar es la costumbre, la rutina y la comodidad, incluso más que cualquier desamor. Qué fácil es seguir el mismo camino incluso cuando sabemos que no es bueno o que no nos está haciendo feliz. Nos da pavor el cambio porque, al igual que la muerte, es desconocido. Preferimos quedarnos en nuestra zona de confort antes de crecer un par de huevos, tomar al toro por los cuernos, a la vaca por las ubres y decir, "¡hasta aquí!" Pero cuando finalmente nos decidimos a pasar al siguiente nivel, a aceptar que tenemos un problema, el darle muerte a un pasado, a un comportamiento, a una diversión vacía, a vicios, a autodestrucciones complacientes, a falsas amistades, a espejismos y a nuestras chaquetas mentales, es normal que nos sintamos perdidos, como perrito intentar cruzar la carretera. Llevamos años siendo de una manera y de pronto decidimos cortar con tantas cosas que en algún momento nos llenaron pero que ahora sabemos son nocivas; tanto comportamientos como personas, que nos saca de nuestro punto de gravedad. ¡Por supuesto que es difícil! Es como ser un bebé dentro del vientre materno rico, calientito, donde mami nos da todo lo que necesitamos, acaricia su pancita, nos platica y de trancazo nos sacan y sentimos frío, luces por todos lados, voces extrañas, manos frías manipulando nuestro pequeño y frágil cuerpo. ¡Obvio vamos a llorar!

    En mi mundo, cada trancazo de ésos lo comparo con un renacimiento. Se dice que nuestra misión como humanos es nacer, crecer, reproducirnos y morir. ¿Crecer cómo, en medidas y altura? Por supuesto, pero ¿qué hay del crecimiento espiritual? La biología nos da el crecimiento físico, nosotros nos encargamos del crecimiento interior y espiritual. En ocasiones debemos dejar ir para crecer; dejar ir para obtener mejores cosas. Si lo sabré yo, y justo hoy... dejando ir estoy también dejando un gran pedazo de mí, con la esperanza de que lo que venga en mi vida sea aun mejor, aunque eso signifique llorar por horas, sentir cómo el pecho se me parte en dos y dedicarme en cuerpo y alma al trabajo.

    En este último mes perdí relaciones, gente, unas se recuperaron, otras no, igual y en un futuro, no lo sé. Sólo sé que crecer duele. Dejar ir duele. Superarse duele. La recompensa es muchas veces mayor que el dolor, pero cuando nos encontramos justo en ese momento donde no entendemos por qué estamos viviendo un momento doloroso, se siente como si te arrancaran el alma, y más cuando hablamos de amor; cuando perdemos a una pareja, a una amigo, a esa persona tan especial de la cual las circunstancias te decían que no podías enamorarte pero cada célula de tu cuerpo pedía ese amor a gritos. Le hice caso a mis instintos, a mi corazón y perdí. ¿Qué aprendo? En este momento sólo busco paz, que el dolor desaparezca y después un crecimiento. 

    Podemos perder para crecer, pero no nos perdamos a nosotros porque sólo terminaremos cavando un hoyo más profundo, tocando fondo una y otra vez costándonos cada vez más trabajo salir de él. Qué rico es quedarnos en nuestra zona de confort, pero creo que aunque duela crecer, el futuro será aun más placentero. Hay momentos donde debemos quedarnos estáticos, pero recuerden que no puede haber sólo orden. El mundo necesita del caos para poder encontrar un equilibrio. Los invito a hacer conciencia de su propia persona y ver si necesitan ponerle más orden o más caos a su vida, para no sólo ser un número más y sobresalir en esta aventura que llamamos vida.

    ¡Bendiciones!

    viernes, 4 de marzo de 2011

    Ya tronaste, ¿te puedes llevar con tu ex?

    La vida y otras cosas... con un twist de limón
    
    
    ¡Hello, hello! Ya lo sé, estuve muy desaparecida pero afortunadamente fue porque tuve mucho trabajo. Termino de trabajar esta semana y me dispongo a escribir una entrada dedicada a todos mis ex; los buenos, los malos y los feos, con música de mi playlist "Córtate las venas" de fondo, dados los últimos sucesos de mi vida. Relajada, empezando el fin de semana con cigarrito y un pisco con arándano a lado, ¡empecemos!

    El tema de hoy es el siguiente. Ya tronaste, ¿te puedes llevar con tu ex? ¿Se vale? ¿Es sano? La respuesta está en cada uno de nosotros dependiendo del tipo de relación que hayan tenido, la duración, el nivel de trauma del truene y finalmente qué tan importante es la persona para nosotros como para que la sigan queriendo tener en sus vida. En mi experiencia, sí se puede. De hecho, me llevo bien con casi todos mis ex y digo casi todos porque con los que no, es porque de plano no se cuajó la amistad pero no porque nos odiemos.

    He tenido noviazgos desde los 14 años que duraron desde tres semanas hasta tres años y luego un matrimonio de siete años. Todas fallaron jajajajaja. Digo obvio porque si no estaría con alguno de ellos. De todas estas relaciones me he llevado experiencias positivas y negativas, tanto de la persona como de mí. Aprendí muchísimo de cada uno de ellos y también de mi personalidad, de mis reacciones, de cómo intentar llevar una relación sana y de la magia de la convivencia. Dentro de estas relaciones son realmente pocos con los que sigo teniendo una amistad padre. Por ejemplo, está mi primer novio quien también fue mi primer beso (Awww, ¿música de violines por favor?). No somos los amigos que nos hablamos todos los días pero es alguien sumamente querido. Claro, empezamos a andar cuando éramos unos pubertos pero pudimos dejar atrás las tonterías que cometemos a esa edad y fue incluso el fotógrafo de mi boda. Él ahora está casado con una mujer extraordinaria y me da un gusto enorme cuando sé de él y sobre todo que está feliz. Pasando los años tuve un novio con el que duré como tres años. Fue como que mi primera relación formal con alguien. Igual, estábamos chavos y cometimos errores que nos lastimaron a ambos. Tronábamos y volvíamos una y otra vez hasta que fue definitivo. Con él no tengo relación de amistad no porque no se pudiera dar, sino porque su esposa me no me quiere y pues obvio tiene que darle prioridad a su familia. Es una persona que recuerdo de vez en cuando y le deseo lo mejor porque estuvo en el momento más importante y más feo de mi vida: la muerte de mi mamá. Ahí estuvo, lo sufrió conmigo y se portó a toda madre. La siguiente persona que me marcó fue mi ex marido que por cierto, es el MEJOR ex marido del mundo y chicas, ¡está disponible! Tuvimos un muy buen matrimonio pero desgraciadamente nuestros caminos tomaron rumbos distintos y queríamos cosas diferentes. Claro, todos sabemos que los truenes son feos pero los que hayan pasado por un divorcio saben que es horrible y miren que el mío fue de lo más civilizado, sin abogados y sin pleitos. Tronamos sanamente, sin hacernos daño sólo por joder y si bien también cometimos errores que nos lastimaron, y  que en algún momento quería matarlo, siempre mantuvimos la promesa de que no importara qué, estaríamos el uno para el otro. Diva, ¡gracias por todo, eres a toda madre y sabes que te quiero muchísimo! Finalmente está mi último truene que es tan reciente que todavía está en proceso el ver si podemos y si queremos ser amigos, pero conociéndolo y sabiendo el gran hombre que es, yo creo que sí.

    Yo estoy peleada con la idea de que truenas con alguien y acabes odiándolo. A ver, empecemos porque por algo anduvimos con la persona. Al hablar mal del ex automáticamente estamos hablando mal de nosotros mismos. Bien que estábamos todos contentotes en algún momento, ¿no? ¿Entonces por qué hacer cochinadas? Eso no habla bien de nosotros como personas y mucho menos como el 50% de la pareja, y hablando de ese 50%, es precisamente eso. El éxito o fracaso de una relación depende de los DOS. No debemos ir por la vida culpando al otro por el truene, incluso si fue la otra persona quien nos mandó a volar. Sus razones habrá tenido y seguro muy válidas; desde pleitos constantes, que se haya acabado el amor o incluso porque encontró a alguien más que la llene. De eso se trata el noviazgo, de irse conociendo y ver si pueden hacer una vida juntos. Si no se puede pues ni a madrazos. Es increíble cómo hay tantas personas que se enganchan a una relación por miedo a la soledad, por un amor enfermizo o por una cuestión de ego. Ojo, yo soy de las que lucha hasta el final. Busco todas las soluciones posibles para arreglar los problemas pero si decido tronar es porque ya no lo amo, porque ya no le veo por dónde o porque soy la única echándole ganas y el otro no. ¿Para qué luchar por una relación muerta o donde la otra persona ya no quiere estar ahí?

    Creo que si uno está bien consigo mismo, con los pies en la tierra, la cabecita bien puesta con la ardilla viva, pero sobre todo, con autoestima y amor propio sanos, el truene lo superamos y el amor que alguna vez se le tuvo a la persona se puede transformar en un amor de amigos, sano, sin maldad (por maldad me refiero a querer cogértelo cada vez que lo ves) y donde ambos puedan echarse la mano y crecer como individuos y como amigos.

    Todas, absolutamente todas las personas llegan a nuestra vida por algo. A veces no sabemos en ese momento la razón, pero de todos aprendemos algo, ésa es la función de cada uno de nosotros con los demás como seres humanos. Que nuestra presencia en este mundo sirva para brindar algo, positivo y a veces negativo a la vida de alguien para que el otro, si tiene la inteligencia emocional, tome lo que más le sirva y aprenda. Ahora, si lo traducimos en relaciones de pareja y ya no importa si es un matrimonio, un noviazgo, un fuckfriend o un one night stand, TODOS llegaron por algo y es nuestra responsabilidad hacer una pausa, recapitular la relación, ver los momentos buenos y malos, y tomar lo mejor de ella para ver en qué la cagamos y no repetirlo en nuestras próximas relaciones, y también para identificar focos rojos. Dentro de este mar con tantos peces de dónde escoger, a veces ya ni sabemos qué buscamos en una pareja pero podemos empezar por saber lo que no queremos, para que la próxima vez que nos haga chucupúm el corazón por alguien identifiquemos por qué es. Todos tenemos un "tipo de persona" que nos gusta más que otro, sin embargo hay que tener cuidado que si vemos esos focos rojos; esas cosas que tanto nos cagaban del otro o que son patrones destructivos, no nos quedemos por miedo a la soledad, porque está bien buenote o buenota, por estar enculados o simplemente por necedad.

    Cuando estamos involucrados en una relación que no es sana pero tratamos de aferrarnos a ella es cuando se vuelve más difícil que después pueda haber una amistad. Pueden venir reproches, frustración, infidelidad, presión, egoísmo, llevar la contraria nada más por joder, control de la relación y de la pareja, y chantaje. "Es que yo que tanto te amo, ¿cómo puedes hacerme esto?" ¿Les suena familiar? ¡Claro! Todos hemos pasado por una relación así, el chiste es aprender a no volver a caer y aprender a identificar esos focos rojos y decir, esto no me gusta, ¿se puede arreglar? Bien, si no, ¡hasta la vista baby! Y por supuesto que es más fácil decirlo que hacerlo (paréntesis musical, escuchen la canción y no, no es de U2, es de Morcheeba "Easier Said Than Donehttp://www.youtube.com/watch?v=83bddX72owI). ¡Claro que cuesta trabajo y un chingo! Carajo, estás en un lugar rico y calientito y de pronto, madres, ¡ya valió! No sé qué sea más difícil, si tomar la decisión de tronar a alguien o que te truenen, creo que depende de cada uno pero de que es un trancazo, lo es; ya sea porque sabemos que vamos a lastimar a alguien o porque nos están lastimando.

    Gente, vivimos en un mundo cínico, de constante competencia, de reglas donde tenemos que encontrar nuestros propios límites, un equilibrio y a veces nadar contra corriente. Me voy a ver muy amor y paz pero ¿por qué es tan difícil llevarnos bien con los demás? ¿Por qué nos cuesta tanto dejar las cosas atrás, quedarnos con los buenos recuerdos y seguir adelante? Si el ex fue en su momento una persona importante, que nos amó, que no nos causó daños irreparables como en los casos de violencia física o psicológica entre parejas, al superarlo, olvidarlo o como le quieran llamar, ¿por qué no podemos ser amigos? No saben qué rico es tener a una persona que tanto te conoce, incluso más que tus mejores amigos, y poder contar con ella cuando tienes un problema o incluso para platicarle lo feliz que estás en una nueva relación. Sí se puede y creo que es sano. También existe la posibilidad que en las nuevas relaciones a la pareja le den celos el ex. Aquí es otro tema pero hay que ver por qué está el conflicto. ¿Estamos poniéndole más atención al ex que al actual o hay maldad? Si no es así, entonces platíquenlo y si de plano no soportas a la bitch, buscar un punto medio donde no se tenga que a tener que escoger entre una persona o la otra. ¡Qué desgastante y qué feo no poder llevarte sanamente con una persona porque tu pareja te hace panchos! Es cuestión de confianza... una vez más, otro tema.

    Cierro esta entrada recomendándoles reflexionar sobre sus relaciones pasadas y actuales. ¿Qué les lastimó, qué les gustó, qué hicieron ustedes, qué aprendieron y qué les falta por aprender? Con base en eso pregúntense si se puede tener una amistad y claro, sólo si quieren porque también se vale que no les interese tener al ex en su vida, ¿por qué? Pues porque no se les hincha y punto, pero de que hay que sacarle jugo a la experiencia, hay que sacárselo... jugo... ¡a la experiencia! Jajajajajaja perdón por la guarrada. Tengan un excelente fin de semana, diviértanse mucho, si toman no manejen y si se encuentran a un ex, espero que puedan mínimo saludarse con gusto.

    ¡Bendiciones!