martes, 13 de diciembre de 2011

¿Amor verdadero o producto de nuestra imaginación?

La vida y otras cosas... con un twist de limón

¡Hello, hello! Saludos potosinos a todos. Aquí arrancando la última semana de gira artística con los diplomados para mis niños indígenas y disfrutando al máximo mi trabajo y estas tierras mexicanas que mucho me han dado; tanto en lo laboral como en lo espiritual.

Creo que mientras más pasa el tiempo, más se me dificulta encontrar un tema de qué escribir. Así que esta vez lo haré del amor que, al final del día, es lo que mueve al mundo. He escrito mucho sobre el tema pero, dadas mis felices circunstancias, esta entrada quiero que sea más light y con la esperanza de compartir muchísimo amor.

Al igual que muchas personas, pensamos que estamos enamorados una y otra, y otra, y otra vez. Al menos yo he pensado haber estado enamorada en otras ocasiones y sé que sí lo estuve y fui muy feliz; sin embargo, puedo decir con el corazón en la mano y lleno de felicidad que la mayoría de las veces estuve equivocada. Ay, ya sé, estoy de lo más cursi y derramo miel, y shalalá. ¿Pues saben qué? Me vale. Estoy disfrutando cada segundo de lo que estoy viviendo y espero que ustedes también, empezando por estar enamorados de ustedes mismos. Recuerden que para amar a los demás hay que amarnos a nosotros mismos primero. 

En fin, empecemos por lo básico. ¿Qué es el amor? Jajajajaja, hasta yo me estoy empalagando. Según yo --y lo que dicen muchos-- el amor es todo lo que nos rodea. Todos hemos sentido el amor; ya sea por nuestros padres, hermanos, hijos, mascotas, amigos y por supuesto, por nuestra pareja. Creo que no hay duda sobre el amor hacia alguno de los que mencioné pero donde a veces se nos va la onda es con el amor a la pareja. ¿Recuerdan cuando éramos adolescentes y teníamos todo un sueño de que nuestra historia iba a ser un cuento de hadas? Y no sólo lo digo por las mujeres... los hombres, por muy machitos que se vean, también tienen sus sueños guajiros con respecto al amor. Íbamos en la secundaria y no faltaba el niño o la niña que nos gustaba. Si teníamos suerte, andábamos con él o ella y bueno, todo era maravilloso, lindo, inocente y sin miedos. ¡Estábamos enamorados! De pronto, adiós. Tronábamos por la razón que sea y sentíamos que nunca más nos íbamos a enamorar; que nuestro corazón sólo le pertenecía a esa persona. Recuerdo haber llorado hasta el punto de la deshidratación por algún escuincle y mi mamá me decía que no me preocupara, que pronto lo olvidaría y me volvería a enamorar. Obvio sentía que ella no me entendía porque nunca iba a haber nadie como él. Jajajajaja ahora entiendo y agradezco que no fuera así. Es más, hasta desacreditábamos lo que nos decían nuestros padres porque "ellos no entendían nada de nuestros sentimientos", como si no hubieran pasado por las mismas... ay maldita adolescencia, ¡qué bueno que ya fue! Pues pasaban los días o los meses y por supuesto que nos desenamorábamos a la velocidad de la luz. Llegaba alguien más y la misma historia, sólo que esta vez al drama de The Wall de Pink Floyd, íbamos construyendo nuestro muro, que no es más que un mecanismo de defensa. En fin, pasaron los años y varias relaciones fallidas, y algunos siguen con la persona de la cual se enamoraron hace muchos años. Otros, como yo, tuvimos que besar varios sapos antes de encontrar al príncipe azul. Está bien, me retracto porque ésa ni yo me la creí. Dejemos a los príncipes azules, rojos o morados a un lado, pero sí a la persona con la que soñamos. Pero, ¿qué pasa con nosotros cada vez que fallamos una vez más en cuestiones del amor?

El amor es la emoción más increíble del universo, pero el desamor, es de los peores sentimientos que existen. Nos duele, nos enferma, nos cala e incluso nos hace dudar de nuestra capacidad emocional. Nos preguntamos, ¿y ahora en qué la regué? Si yo me doy al 100%, ¿por qué terminó la relación? Analizando mi pasado amoroso y desamoroso, creo que mucha culpa la tuve yo; finalmente, la relación es de dos y son pocas las veces en que sólo uno hizo alguna jalada, ¿no? Ambos tenemos la culpa de lo que sucede en una relación y con base en el tema principal de esta entrada, muchas veces pensé haber estado enamorada y entregué más de lo que debía a quienes no se lo merecían. Con esto no me refiero a entregar el tesorito, sino a entregar mi corazón. Tampoco quiero decir que todos fueron unos hijosdepú. Si bien todo ser humano, animal y vegetal merece ser amado, no debemos aventarnos al precipicio por todos. Pero, ¿cómo saber quién es la persona indicada? Creo que se vale lo que dicen: "En lo que llega el indicado, a pasarla bien con el equivocado", pero hay mantener los pies sobre la tierra y precisamente eso, saber quién es la persona indicada. Difícil saberlo, ¿no? ¡Por supuesto! Y más cuando nosotros nos clavamos cual Cristo en la cruz pero según mi experiencia, hay focos rojos para saber quién sí lo vale y quién no. No es lo mismo estar enamorado del amor, que estar enculado (aunque me han dicho que los hombres lo dicen así cuando se refieren a estar enamorados y no oírse tan cursis), y estar realmente enamorado. No me considero una Doctora Corazón pero sí alguien con suficiente experiencia en el desamor como para opinar y, con base en eso, comparto los puntos para saber cuándo la podemos regar:

  1. Atracción física. OK, todos lo hemos sentido. Nos pueden encantar decenas de personas por su físico, por su intelecto, por su forma de tratar a otros y a nosotros. Claro que me encanta Bono y Tom Brady (¡papirrines!), pero de ahí a estar enamorada... Entonces, ¿por qué pensar que estamos enamorados de alguien que sólo nos atrae? Porque nos encantaría estar con ellos por el pedestal en donde los colocamos y porque son inalcanzables. Aaahhhh, ya pellizco nervios y con esta última idea, me voy al segundo punto.
  2. Obsesión. No es lo mismo estar enamorado que obsesionado. Buenísimo, ya fijamos la mirada cual francotirador hacia el objeto de nuestro deseo. Nuestro cuerpo empieza a segregar hormonas, feromonas y demás monas con tal de que nos pele, pero sucede que ni nos voltea a ver o nos quiere tan sólo como amigos. De pronto algo sucede en nuestro enfermito cerebro que nos obsesionamos y juramos que cae porque cae, porque según nosotros, estamos enamorados. ¡No señores! Así no funciona, no estamos enamorados, estamos obsesionados con la idea de una relación con alguien que no nos pela y nos montamos en nuestro burro por una cuestión de ego, mas no de amor.
  3. Se me está yendo el tren. Demonios, creo que esta situación es muy peligrosa. Creo que se da más en mujeres que en hombres por aquel pequeñísimo detalle del reloj biológico, pero he visto también hombres con la fijación de casarse y tener hijos ya, y terminan con la primera persona que los voltea a ver. En mi muy humilde opinión, no creo que exista alguien que se le vaya el tren; creo que es una cuestión de actitud. Mientras más desesperados estemos, menos nos van a pelar. Hay que disfrutar la soltería que también es riquísima. Siempre hay un roto para un descosido sin importar la edad en que lo encontremos. Preferible tarde, pero que sea la persona indicada, a casarnos con cualquiera porque en el fondo, terminará en frustración o incluso en infidelidad. 
  4. Es buen partido. ¿Para qué y para quién? Si lo que están buscando es lana, levántense de su sillón de confort y pónganse a trabajar. Si lo que buscan es a alguien igualito al marido de su amiga o a la novia de su cuate, búsquense a su propia pareja y dejen de meterse en relaciones ajenas. Lo que empieza mal, acaba mal y no se vale jugar con los sentimientos de los demás sólo porque les gusta el "prototipo" de la pareja perfecta. Si está feliz con esa persona, obvio la va a tratar increíble y no se vale enamorarse de quien no deben.
Con base en este punto anterior, muchas veces he oído que "uno no escoge de quien se enamora" o "en la guerra y en el amor, todo se vale". Yo no estoy de acuerdo con eso. ¡Sí escogemos de quién enamorarnos! Es muy sencillo. Si la persona está con alguien más y nos está echando ojitos, ¿qué ganas de corresponderlos? Lo que puede empezar como un juego puede terminar en lágrimas y claro, se puede uno enamorar pero el precio llega a ser muy alto. Si vemos que la persona no trabaja, se droga, trata mal a las personas, etc., ¿para qué nos seguimos metiendo? A eso me refiero con que sí podemos controlar nuestras emociones porque desde un principio, o sea, desde antes de que nazca un amor, nos podemos hacer a un lado y evitamos que el sentimiento crezca. Podrán tacharme de fría, calculadora o como yo misma me catalogaba, la Reina de Hielo de Narnia. Prefiero ser así a terminar llorando con el corazón roto por alguien que no lo merece (leer arriba por si se les olvidó).

Para concluir, está más que claro que el amor es una cuestión complicada. Cada persona es un mundo y lo he dicho antes; las relaciones humanas son de las cosas más complicadas que hay. Puedo confesarles que yo no hace mucho ya me había hecho a la idea de que no volvería a volver a casarme y mucho menos me veía con una familia. Estaba más que satisfecha (mas no feliz) con la idea de que me iba a dedicar solamente a mí y a mi trabajo, que iba a ser la típica crazy cat lady viviendo de viejita con 28 gatos. Soy muy feliz de saber lo equivocada que estaba y que llegó EL INDICADO cuando menos me lo esperé y cuando menos lo busqué. Fueron pocas las relaciones fallidas donde me enamoré, pero varias donde pensé que estaba enamorada. ¿Cómo me di cuenta que realmente no lo estaba? Cuando dejé que el tiempo sanara las heridas y pudiera ver las cosas sin el velo del ego. Entendí a la mala que, aunque no esté de acuerdo y me choquen los juegos, en el amor hay ciertas reglas que hay que seguir (que ése es otro tema). La vida nos enseña con cada experiencia que vivimos y como humanos ególatras nos encanta llamarle a estas experiencias coincidencias, ironías, burlas y destino. No existen las coincidencias, sólo causa y efecto. No existe la ironía, sólo un momento preciso. No existen las burlas, sólo tropezamos con la misma piedra. Y para finalizar, no existe el destino, nosotros escribimos nuestra propia historia con las decisiones que tomamos

¡Bendiciones!

    1 comentario: